DON PEDRO

Buque trasatlántico francés de vela y vapor que se fue a pique en el mes de mayo de 1895 tras encallar en los bajíos del Cabo Corrubedo, situados dos millas al suroeste del mismo. En el momento del naufragio llevaba a bordo 130 personas, de las que murieron 89. Procedía de El Havre (Francia) y tras haber hecho escala en Burdeos y Guipúzcoa, se dirigía a Carril, en Villagarcía de Arosa (Pontevedra), donde le aguardaban para embarcar 200 emigrantes más con dirección a América. El Ministerio de la Marina Francesa concedió al marinero y pescador Juán José Romano un diploma de agradecimiento, una medalla al valor y el coraje (ver imágenes) y un salvoconducto que servía para viajar gratis en cualquier transporte francés, en agradecimiento por haber salvado a nueve hombres durante el naufragio, habiendo sido su buque, “Juana”, el único que acudió al rescate. La historia de los hechos ha sido narrada en obras como “Tesouros Asolagados” (Miguel San Claudio) y “Naúfragos de Antaño” (Juám Campos Calvo Sotelo). La inmersión es difícil, pues el pecio se sitúa entre los 50 y 55 metros de profundidad, con una visibilidad que ronda los 10, y en una zona de fuertes corrientes. Entre los restos, la visibilidad es bastante buena. Totalmente desmantelado y aplanado son las calderas y la maquina las estructuras que más levantan del fondo (unos 4 metros). El piso inferior lo conforma una “alfombra” compuesta por planchas, tuberías, hierros retorcidos, partes de maquinaria, restos de la carga (botellas de vino, azulejos de cerámica…) etc.

Varias fuentes